El hecho de que haya personas que 'se enrollen como una persiana' o que 'se vayan por los cerros de Úbeda' (que dicen más cosas de las necesarias) y, el caso contrario, personas 'lacónicas', que 'no explican suficientemente las cosas' (que no dicen todo lo necesario) nos conduce a pensar que para cada situación hay un número determinado de informaciones pertinentes. Dicho de otra manera, hay informaciones 'relevantes', que son apropiadas para el texto, y otras 'irrelevantes', que son superfluas e innecesarias. Cuando hablamos y escribimos debemos saber discriminar estos dos tipos de informaciones. Por ejemplo, en un 'curriculum vitae' elaborado para solicitar un trabajo de traductor, hay que incluir informaciones sobre el conocimiento de idiomas, sobre la experiencia laboral adquirida en este campo y otros afines, las obras traducidas, etc., pero no hace falta mencionar otras actividades laborales (camarero, vendedor de enciclopedias, etc.). Asimismo, el hecho de que haya personas a las que 'se les cruzan los cables' o que 'no dicen las cosas en el momento que toca' (que no ordenan informaciones de manera lógica y comprensible) nos sugiere que hay que estructurar de una manera determinada las informaciones relevantes. Por ejemplo, en el caso del 'curriculum vitae' se suelen dar primero los datos personales (nombre, direcciones, edad, etc.), después los 'títulos' y los 'estudios' (carreras, cursillos, etc.), las 'experiencias laborales', las 'publicaciones', etc., y no sería coherente saltarse este orden, mezclando trabajos con estudios o publicaciones con títulos.
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Antequera Crea - Curso de Creación Literaria / 3: El código escrito. La adecuación
Si consultamos las gramáticas más usuales (Bello, 1847; Real Academia, 1973; Seco, 1972, o Alcina y Blecua, 1975), veremos que el análisis de una lengua consta básicamente de tres partes: 'fonética y ortografía', 'morfología' y 'sintaxis y léxico'. Si consultamos los manuales de redacción y los libros de ejercicios que tienen como objetivo enseñar a escribir, nos daremos cuenta de que las explicaciones y los ejercicios que presentan la mayoría de ellos se pueden agrupar según la misma división. Esto puede llevar a pensar que el código escrito se reduce precisamente a estos tres grupos de conocimientos gramaticales (con excepción de la fonética). Y, efectivamente, ésta es la concepción más difundida del código escrito, la que lo reduce a la ortografía y a algunas reglas de morfosintaxis.
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Curso
Antequera Crea - Curso de Creación Literaria / 1: El código escrito y la composición del texto
Noam Chomsky formuló a mediados del siglo XX una distinción clásica en el campo de la lingüística teórica: la oposición entre 'competencia' y 'actuación'. Según este lingüista, hay que distinguir el conocimiento implícito de la lengua -la competencia- de la utilización que hacemos de ella en cada situación real y concreta -la actuación-. La competencia es el conjunto abstracto de reglas gramaticales que comparten los miembros de una comunidad lingüística; la actuación, en cambio, es el conjunto de reglas que usa un miembro de esa comunidad en un acto lingüístico determinado.
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